Durante la muy fructífera campaña de excavación de 2007, el equipo investigador de Atapuerca, codirigido por Juan Luis Arsuaga, José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell, realizó en junio un descubrimiento trascendental. Se trataba de un diente, el segundo premolar inferior de un homínido que fue datado, en una primera estimación, en 1,2 millones de años. Fue presentado en público el 29 de junio como el resto humano fósil más antiguo de Europa con gran diferencia.
Un día más tarde, 30 de junio, las espátulas y pinceles de los investigadores sacaban a la luz una mandíbula humana, asociada en jornadas posteriores a diversas herramientas de sílex de tradición Olduwaiense. Tras seis meses de complejos y exhaustivos trabajos de identificación y datación, los investigadores han llegado a la certeza de que aquel diente pertenecía a esta mandíbula, y que efectivamente su antigüedad es de 1.200.000 años. Se confirma, pues, que se trata de los restos humanos más antiguos encontrados jamás en Europa.
En la Sima del Elefante
El hallazgo se produjo en el nivel TE9 del yacimiento de la cueva denominada Sima del Elefante, que forma parte de la Trinchera del Ferrocarril, apenas a dos centenares de metros del yacimiento de la Gran Dolina, donde en 1994 se encontraron los primeros fósiles de Homo antecessor. La Sima del Elefante, además, está situada a apenas mil metros del yacimiento de la Sima de los Huesos, en el que durante los últimos años se han localizado más de 6.000 restos fósiles de la especie Homo heidelbergensis.
La descripción e interpretación del fósil humano -etiquetado con las siglas ATE9-1- así como de la industria lítica hallada junto a él, amén de los datos geológicos, geocronológicos y biocronológicos que demuestran la antigüedad de este hallazgo, son publicados hoy con honores de portada por la revista «Nature». Es la segunda para los investigadores de la sierra de Atapuerca, tras la que merecieron en 1993 por el hallazgo del famoso «cráneo 5» de la Sima de los Huesos.
El equipo investigador ha estado formado en esta ocasión, en su mayor parte, por científicos del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), de Burgos, y del Institut Catalá de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES), de Tarragona.
Una datación laboriosa
El proceso de datación ha sido muy laborioso. El estudio paleomagnético sobre el terreno reveló que los niveles inferiores de la Sima del Elefante presentan magnetización inversa, observándose un cambio a polaridad normal en el nivel TE17. Esto significa que los niveles desde TE7 hasta TE16 se formaron en época Matuyama, en el Pleistoceno Inferior, hace entre 780.000 y 1.780.000 años.
Los fósiles de los mamíferos asociados a la mandíbula humana y a los utensilios de sílex, en particular un mustélido (Pannonictis nestii) y un múrido (género Castillomys), así como otras especies de roedores, acotaron un poco más la escala temporal, ya que indican una antigüedad para el nivel TE9 de hasta 1.400.000 años.
Dicho estrato o nivel TE9 fue datado de nuevo mediante otro método -análisis de núclidos producidos por exposición a los rayos cósmicos-, que midió el balance isotópico del aluminio y el berilio presentes en granos de cuarzo obtenidos en este nivel. Este «cronómetro geológico», de una gran exactitud, determinó definitivamente una datación de 1,2 millones de años -con un margen de error de ±160.000 años- de antigüedad para el nivel TE9. La datación refrendaba sin lugar a dudas los datos obtenidos por el paleomagnetismo y los aportados por la biocronología.
Herramientas de sílex
Las herramientas de sílex, hasta un total de 32 piezas, fueron probablemente elaboradas en el interior de la misma cueva a partir de piedras de sílex de los periodos Neógeno y Cretácico, que se localizan en abundancia en un radio menor a dos kilómetros en torno al yacimiento.
El estudio publicado en «Nature» detalla que la técnica de producción de estas herramientas es muy sencilla y que su objetivo era obtener mediante percusión lascas simples de entre 30 y 75 milímetros de longitud. Con ellas, estos hombres del Paleolítico Inferior desgarraban la carne de los grandes herbívoros, como muestran las marcas que los útiles dejaron sobre algunos huesos.
En cuanto a la mandíbula hallada, la pieza fósil consiste en la sínfisis, o parte de unión frontal, de una mandíbula que conserva en su lugar algunos dientes. «La morfología de su cara anterior es primitiva y recuerda a la de fósiles africanos del Pleistoceno Inferior, como el Homo habilis y el Homo rudolfensis. En particular -precisa a ABC Bermúdez de Castro-, presenta muchas similitudes con las mandíbulas encontradas en el yacimiento de Dmanisi (República de Georgia), que datan de hace 1.700.000 años. Por el contrario, la cara posterior de la sínfisis tiene un aspecto que recuerda más al de ciertas mandíbulas halladas en yacimientos asiáticos».
Especie genuinamente europea
De forma provisional, los investigadores han asignado la mandíbula ATE9-1 a la especie Homo antecessor, y esperan que «posteriores estudios certifiquen esta adscripción, lo que reforzará nuestra idea de que se trata efectivamente de una especie genuinamente europea», dice Bermúdez de Castro.
El codirector de Atapuerca, en este sentido, estima que «la posibilidad de que el Homo antecessor sea el ancestro común de neandertales y sapiens está por comprobar, aunque en mi opinión es muy remota y hay datos que así lo avalan». Bermúdez de Castro se inclina por pensar que se produjeron, al menos, tres grandes migraciones sucesivas desde la cuna del hombre, en África. La primera quedaría reflejada en los restos de homínidos hallados en Dmanisi (Georgia), de más de 1,7 millones de años de antigüedad. A la segunda gran oleada, hace entre 1,2 y 1,4 millones de años, pertenecería el Homo antecessor hallado en Atapuerca. Finalmente, el Homo sapiens habría salido del continente africano en una postrera migración, hará unos 90.000 años.
Eudald Carbonell, también codirector de Atapuerca, estima por su parte que «de momento, no sabemos si este probable Homo antecessor evolucionó más adelante en Europa hacia los neandertales o si desapareció, pero estamos convencidos de que en 30 ó 40 años el árbol evolutivo europeo estará completo».
Y como unas gotas de especulación son siempre inevitables en Antropología -así lo reconoce Bermúdez de Castro-, el artículo de «Nature», junto a los numerosos datos aportados sobre la presencia inequívoca de homínidos en el sur de Europa en una fase muy temprana del Pleistoceno Inferior, sugiere también que esta primera población europea atravesó el Oriente Próximo, cruce de caminos entre África y Eurasia, para originar después por «especiación» en el extremo más occidental de Europa el linaje humano del Homo antecessor, representado por los fósiles del nivel TD6 de Gran Dolina, de casi 900.000 años de antigüedad -conforme acreditarán los investigadores con la próxima publicación de un nuevo estudio-, y por este nuevo fósil del nivel TE9 de la Sima del Elefante, datado en 1.200.000 años. La sierra de Atapuerca sigue dando frutos.
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